Manchester, invierno de 1952. Tras haber sufrido un robo en su casa, el profesor Turing presentó una denuncia en la comisaría. Debido a su aspecto poco convencional, al principio el sargento Ross no lo toma en serio. Pero su presencia no escapa a los servicios secretos. Y por una buena razón, Alan Turing (1912-1954) es el hombre que descifró el código nazi de la máquina “Enigma”, utilizada por las fuerzas armadas alemanas para encriptar sus transmisiones, lo que dio a las fuerzas británicas una importante ventaja en las batallas de Inglaterra y del Atlántico. El sargento Ross descubrirá a un hombre atípico y encantador del que se hace amigo.

Así comienza la obra “La máquina de Turing”, de Benoit Solès, que los próximos días 2 y 3 de abril se pone en escena en el Teatro Guimerá a partir de las 19:00 horas. La tercera teniente de alcalde y concejal de Cultura, Gladis de León, manifestó que “esta obra nos habla de las injusticias de la historia y como los prejuicios pueden acabar destrozando la vida de las personas, en este caso un genio que prestó un grandísimo servicio a su país, Inglaterra. Después de ser reconocido por sus aportaciones, pasó de héroe a ser condenado en los años 50 por el hecho de ser homosexual”. Los actores Daniel Grao y Carlos Serrano dan vida a los dos personajes de esta historia: Alan Turing y el agente Ross.

La puesta en escena nos descubre a un hombre entrañable, inventor de una máquina pensante, auténtica génesis de la inteligencia artificial y las computadoras. Su máquina efectuaba desde 1940 cálculos hasta entonces imposibles para la inteligencia humana. Al mismo tiempo fue uno de los héroes de la lucha contra el enemigo, ya que supo frustrar las estrategias de cifrado de la marina alemana. Vitoreado por las autoridades – Churchill, la reina de Inglaterra-, pocos años después cambió progresivamente su estatus de héroe por el de acusado y perseguido. Era homosexual y según la ley inglesa de la época la homosexualidad era un crimen.  Fue condenado y Turing sufrió un humillante tratamiento.

La vida de Alan Turing es un ejemplo de la represión de un genio, de un benefactor que se convierte absurdamente en sospechoso. En este punto de soledad coinciden eruditos, escritores y artistas: son incomprendidos y su nobleza está precisamente en su soledad. No se quejan, se quedan solos mientras se cumple su destino. Esto es lo que Benoit Solès pone en escena, iluminando esa tristeza con una amistad bella e imprevista, pero insuficiente.

Así se une Turing, en el imaginario del teatro, a los personajes históricos vilipendiados en vida y considerados ejemplares tras su muerte. Muchos años después recuperó su imagen de gran hombre y hoy en día Alan Turing ya no es un completo desconocido, sino un genio tardíamente aclamado. Hasta 1998 no se colocó una placa conmemorativa en una de sus residencias. A partir del año 2000 se comenzaron a erigir varias estatuas en su honor, a imprimirse sellos postales con su imagen, a poner su nombre a departamentos universitarios. También se han escrito novelas, varias obras de teatro y una película de bastante éxito. Pero ¿podemos estar seguros de que la historia no se volverá a repetir y no se seguirán creando nuevas injusticias basadas en prejuicios absurdos?

Hubo que esperar muchos años para poner en valor las aportaciones de Turing. Tuvieron que combinarse el desarrollo de la informática cotidiana, la divulgación de actividades de descifrado de la Segunda Guerra Mundial y la eliminación de los tabús sobre la homosexualidad, hipócritamente tolerada en los años 50 en tanto no saliera a la luz.

Las entradas para el espectáculo “La máquina de Turing” se pueden adquirir en la taquilla del Teatro Guimerá de martes a viernes, de 11:00 a 13:00 y de 18:00 a 20:00. También se pueden comprar a través de la página web www.teatroguimera.es. El día 2, Viernes Santo, y el sábado 3 la taquilla abrirá dos horas antes de que comience el espectáculo.