El
próximo 15 de febrero María Rosa Prado bajará la reja de su negocio por última vez, dejando un
enorme vacío en el número 35 la concurrida calle Castillo, tras más de 25 años
vendiendo mantelería, moda, complementos, trajes típicos y disfraces
durante la época carnavalera en este enclave de la capital tinerfeña.

En estas últimas semanas amigas y clientas se han acercado hasta este clásico
establecimiento para despedirse y hacer algunas compras, aprovechando los
descuentos derivados de liquidación por cierre. “Ha llegado el momento de
descansar, el próximo mes cumplo 69 años y toca disfrutar de la familia”,
argumenta la propietaria de María Rosa.
Echando la vista atrás, la empresaria asturiana recuerda como una serie de
circunstancias le llevaron a emprender. “Llegué en el año 70 a Tenerife y
obtuve una plaza para trabajar en Danone pero mi marido tuvo un accidente y
estuvo un año de baja. Con el sueldo que me ofrecían no me daba para contratar
a una persona que estuviera pendiente de él y tener dinero para mi casa, así
que busqué otra manera de obtener ingresos”. Prado declara “que empezó vendiendo
manteles y con los ahorros adquirió un local en la calle Pérez Galdós” para
luego pasarse años más tarde a la principal vía comercial de Santa Cruz.
Por último, mientras aprovecha para salir a la calle a fumar, María Rosa se
sincera y dice que “de ir las cosas bien hubiera sopesado seguir pero actualmente
no compensa el sobresfuerzo. Es cierto que el ambiente en la calle ha mejorado en
último año pero la caja no, la rotación de productos ha crecido pero hay poco poder
adquisitivo”. “Ahora hay muchos gastos fijos y las cajas no son tan buenas, lo
que me obliga a estar todo el día aquí, algo que ya me cuesta”, afirma la
ovetense. He vivido toda mi vida para el negocio por obligación, no me
arrepiento, pero me he perdido muchos momentos con mi familia, ahora toca
disfrutar de ella”, finaliza con una sonrisa, al mismo tiempo que reconoce la
pena de abandonar la actividad.