A medio camino entre la Plaza Weyler y la Plaza de la
Candelaria nos encontramos con La Casita, uno de los negocios más encantadores de
Santa Cruz; decorado con un gusto exquisito y un definido estilo vintage; este
lugar te hará olvidar por un rato las preocupaciones del día con sus tentadores
platos y cupcakes.
Cuando llegamos a La Casita se nos viene a la mente ese rincón especial que todos
hemos tenido alguna vez en nuestra infancia, ese sitio donde el tiempo se
paraba y la imaginación era nuestra mejor compañía. Ahora, gracias a este bar-restaurante,
ubicado en la calle de Jesús Nazareno, podemos revivir esos lugares, observando sus
distintas habitaciones curiosamente ornamentadas.
Nada más entrar, un sinfín de tartas, muffins y cupcakes te
darán la bienvenida; imposible no quererlos todos y no acordarse
del nostálgico olor de cuando íbamos a visitar a nuestros abuelos. El
reciclaje de las máquinas de coser, convertidas en mesas, recreará la imagen de
tu madre cosiendo, mientras vigilaba que no hicieras de las tuyas. Hacia la
derecha tenemos el rincón infantil; cuentos, muñecas de trapo y algunos juegos
para que nuestros pequeños se diviertan, mientras tomas algo
tranquilamente.
Llegamos a las escaleras, que dan acceso al piso de arriba,
será como subir por la casa del árbol que todos quisimos tener y que tanta
envidia nos daba verlas en las películas. Por un momento, creerás que al final
de ellas aparecerás en la copa más alta de Santa Cruz.
La primera planta tiene dos habitaciones, en las
que puedes reunirte de una manera más íntima y transportarte a aquella
casita de muñecas de tu vecina, que nunca te dejaban tocar. Y como no, en La
Casita no podía faltar el patio, similar al que jugabas a la cogida con tus
primos y donde pasaban la tarde tirándose agua. Ya en la terraza, su toldo nos evoca
a ese recuerdo de construir uno con sábanas, junto a nuestros
hermanos, para contarnos historias antes de dormir.
Además, encima de sentirnos identificados con las
distintas casas de nuestra vida, una vez dentro, como si de un juego de
cocinitas se tratara, te sirven platos de lo más deliciosos. ¿Quién se puede
resistir a una hamburguesa de calabacín acompañada por un rico batido de Oreo, para
finalizar con una sabrosa tarta Red Velvet de postre?. Si a esto le sumas, que
está todo hecho de manera artesanal y con un cariño particular, ya no te
quedan excusas para no visitar este lugar.
En definitiva, La Casita es como una casa de juguete a
escala real, donde saldrás con el corazón y el estomago lleno. Sin ninguna
duda, lo más difícil de imaginar será no volver.
LA CASITA